lunes, 7 de noviembre de 2011

Tarek







Tarek es un palestino que conocí ayer en Saida, una pequeña ciudad costera a unos 40 km al sur de Beirut. Los palestinos en el Líbano no son ciudadanos, y no pueden acceder a trabajos en el sector público. Hace bien poco no tenían ni derecho a trabajar. Son personas que no pertenecen a ningún Estado, y para viajar cuentan con una especie de visado de viaje que les proporciona el gobierno. Éste es uno de los aspectos que muestran la enorme complejidad del estado libanés, y más cuando Tarek cuenta cuales son, bajo su punto de vista, las razones por las cuales no es ciudadano.

Pero antes de explicarlas hay que entender los puntos básicos de este Estado.
''La religión  mayoritaria es el Islam, siendo alrededor del 54% de los libaneses musulmanes (en torno a un 26% chiítas, un 27% sunitas, y un 1% alawitas). Un 40% son cristianos, principalmente maronitas, con importantes comunidades ortodoxas,católico orientales, ortodoxos armenios, católicos armenios,asirios, católicos caldeos y protestantes. Por último, un 6% son drusos.'' ( The CIA World Factbook)

Las tres más importantes, chiítas, sunitas y maronitas se sustentan en un equilibrio frágil, tan frágil que desde hace años no se censa a la población por miedo a que el aumento de una de estas religiones haga tambalearse las cuotas en los organismos públicos. Los escaños en el Parlamento, los militares en el ejército, todo se reparte mediante cuotas a cada religión, y si se comporueba el aumento de los integrantes de una de ellas, el castillo de naipes quizá se derrumbe.

Dicho esto, los palestinos son sunitas. Si el gobierno los acepta como libaneses se alteraría el equilibrio. El falso equilibrio.
Otra razón, que suena a simple excusa, es que si se les da la ciudadanía sería una victoria para Israel, pues significaría la renuncia a adquirir su verdadera nacionalidad, y volver a su verdadero país, la tierra de sus ancestros, Palestina. La historia libanesa del último siglo está irremisiblemente mezclada con la palestina,  desde que cientos de miles de refugiados entraron en el Líbano tras la ocupación israelí de su tierra, y desde entonces han sido protagonistas, con una importancia clave en la larga guerra civil.

Prejuicios quizás, pero si a mi cuentan lo que yo os estoy contando, me imaginaría a Tarek como un pobre hombre sin oficio ni beneficio, buscando el más mísero trabajo para seguir adelante. Pero resulta que Tarek es un hombre fornido, con una barba perfectamente recortada, que viste elegantemente y anda con paso firme. Además,  estudió Medicina, se especializó en cirugía y estudió a la vez un MBA en Gestión Empresarial. En pocas palabras, es un puto crack. Un puto crack que lleva tres meses esperando un visado para poder volver a Londres, donde trabaja. Cuando le pregunto si le gusta Londres, me dice que no le importa verdaderamente donde ha de vivir, sino sólo tener trabajo. Que si le ofreciesen trabajo en Brasil, allí se iría. Tragué saliva y me vino ese sentimiento de culpa de europeo, de persona que lo tiene casi todo y se da el lujo de preguntarse donde puede disfrutar más de la vida. Él sólo quiere que le dejen vivir tranquilo en algún lugar del mundo, donde le den los derechos que todo ciudadano debe tener. Y viéndolo uno no puede dejar de percibir un deje de melancolía, de resignación, de alguien al que han apartado de su tierra y del camino que le estaba marcado.
Al principio me pareció antipático. Después comprendí mi error: era simplemente un hombre triste. Y la tristeza existe en todos los lugares del mundo, pero ésta, la tristeza del desarraigo, yo aún no la conocía.

La política aquí es como un juego entretenido y macabro donde siempre pierde el ciudadano. Los gobiernos duran dos telediarios, la gente sigue a sus líderes religiosos, las heridas de la guerra aún no están del todo cerradas, la luz se va como mínimo tres horas al día, hay problemas de agua por la falta de embalses. Et cetera.

El Líbano tiene más o menos el tamaño de Asturias, siendo uno de los países más pequeños del mundo. Un crisol de culturas que es utilizado por sus vecinos Siria, Israel, Irán e incluso Estados Unidos para experimentar, para solventar guerras o para lo que haga falta.

Pero es un país maravilloso. Todo lo que diga sobre él ponedlo mentalmente entre paréntesis, porque sólo llevo un mes aquí y no sé nada. Menos lo de que es un país maravilloso, eso podéis ponerlo entre exclamaciones.

2 comentarios:

  1. Parece que Tarek te ha inspirado para darnos una primera entrada de un blog que tenías pensado crear, y promete ser de lo más interesante.
    Me gusta. Enhorabuena!

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  2. Me ha encantado y sobretodo me han entrado unas ganas enormes de visitarte!!!!
    Un besazo Diego!

    Pastora

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